26 abril, 2024
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Alto del Rey: una caleta donde quedan hombres que pescan para subsistencia

Reportaje

 

Una de las últimas caletas de pescadores boteros es Alto del Rey. Ubicada en el sector Boca Sur Viejo de San Pedro de la Paz, se abre al océano Pacífico desde un espacio de la desembocadura sur del río Biobío, a menos de una hora de distancia de Concepción en locomoción colectiva.

Manuel Gaete, presidente del Sindicato de Pescadores, junto a los pescadores Patricio Vega y Eleuterio Gaete, además de varios más que se unen a la conversación, verbalizan lo que es evidente: la caleta es pobre, está descuidada. Los hombres pescan recursos históricos de ese paraje como la lisa, cada vez menos abundante, róbalo, corvina y cauque un pez parecido al pejerrey. Mariscan, piure especialmente. Las mujeres recolectan mariscos, alguna alga, cuando salen con ellos. Llevan alimento a los hogares y venden en la Vega Monumental, especialmente, aunque hay familias que van a ferias libres cercanas.

Viven allí desde que tienen memoria:”mis abuelos ya iban a la pesca, mis padres fueron, no estoy seguro de si irán mis hijos, los jóvenes ya buscan otros horizontes o se van a las lanchas, aquí el trabajo es duro, la barra es brava, se pierden vidas en ocasiones y entre vedas y escasez de recursos es cada vez más difícil salir adelante con lo que se puede sacar del río o el mar”, se queja la mayoría. No falta el que contradice – costumbre típica e infaltable en cualquier conversación de pescadores- señalando que el que se sacrifica y se esfuerza halla peces, que éstos no llegarán solitos a las casas.

Pero la precariedad de las embarcaciones se advierte, son 19 botes pequeños que muchos navegan sólo a remo, en el caso de llegar hasta la desembocadura, o con motor si van más lejos, adentrándose en el mar.
En invierno no se arriesgan a pasar la barra sin: “mirar la Luna, las estrellas, así sabemos aquí cómo están las mareas. En invierno tenemos mucho cuidado con ir lejos, pero igual trabajamos todo el año…es para mantener a la familia, hay que comer, pagar la luz, el agua”.

Manuel Gaete dice que el sindicato tiene 35 socios, pero son alrededor de 50 los pescadores y 233 viviendas en la caleta. En su calidad de presidente del sindicato se encarga de trámites que a muchos les parecen complicadísimos como la declaración de capturas vía electrónica, sin faltar quienes los realizan sin problema.

Los testimonios sobre la vida y milagros de estos pescadores surgen diversos:” aquí salimos como a las 8 de la noche y volvemos alrededor de las 4 de la mañana”, “de abril a septiembre es la época más peligrosa”, “yo estoy muy mal, decir otra cosa sería mentiroso, pesco con roldana y unos cordelitos a veces, pero no me alcanza para mantener la casa…alguna vez vengo a la playa a pedirle un pescadito a los compañeros”, “la caleta está abandonada, todos van donde hay monedas nada más”, “a mí el terremoto (27 de febrero de 2010) me pilló pescando, salvamos la vida saliendo a tierra en las cercanías del Parque Hualpén y perdimos todo el material”.

El sindicato cuenta con otro resorte para obtener algún financiamiento en todo caso; tiene las Cocinerías instaladas a metros de la orilla de río al final del caserío. Es un desarrollo para el que obtuvieron fondos en la Subsecretaría de Pesca. Allí sus propias esposas y otras familiares trabajan en preparar los productos del mar.

Lobos marinos
Ximena Isla es una de las cinco socias mujeres del sindicato. “Soy recolectora, antes conseguíamos harto, sacábamos apancoras, pero no ha estado buena la pesca y los compañeros no salen; nosotras dependemos de eso porque vamos con ellos. La pesca no está buena entre otras razones porque hay mucho lobo marino y no dejan pescar. Por eso tuve que buscar otra cosa y estoy en el Pro Empleo, pero siga activa en el sindicato…”.

 

Marta Cárdenas es esposa de Oscar Vega, que falleció en 2017 trabajando con su bote en faenas ajenas a la pesca debido a lo mal que se daba esa actividad, especialmente en invierno. Un “descanso” a orilla de río – nombre de los recuerdos en memoria de fallecidos en el mar, semejante a las animitas- destaca en la ribera entre otros memoriales. Ella le teme a las salidas al mar de los hombres. Su hijo Jonathan sale al mar, él tiene bote grande y se arriesga, comenta. “Yo me acerco al alto y miro, siempre queda la angustia de no saber si volverán…y recuerdo todo el tiempo que buscaron a mi marido”, confidencia.

 

Caleta marginal
El sindicato está afiliado a la Federación Regional de Pescadores Artesanales, Ferepa que preside Hugo Arancibia Zamorano. Los pescadores se quejan de desatención de todos, incluso de su federación, pero Arancibia asegura que aunque no hay apoyos directos del gobierno ni algunas entidades, han contado con el de algunos parlamentarios en proyectos específicos como motores. Y dice que hace algunos años la Ferepa logró que se adjudicaran un área de manejo en un lugar rico en recursos como loco, pero la perdieron.

“El desarrollo de Caleta Alto del Rey sigue siendo marginal y siendo urbana tiene apariencia de rural” agrega reconociendo que el desarrollo es incipiente, aunque se hicieron urbanizaciones cuando se decidió que quedará administrativamente en San Pedro de la Paz pues al crearse la comuna ( 1995) hubo intenciones de situarla en Coronel:” pero ahora, con la Ley de Caletas debería, si Dios así lo quiere, quedar como propiedad del sindicato”, indica.

Arenales y huertos
Los pescadores de más edad comentan que “antes, esto –el precario varadero- era puros arenales” y todos los vecinos reconocen que la agricultura fue importante al punto que todavía subsisten algunas huertas. Más atrás en el tiempo el sector era agreste, con zarzales, árboles salvajes y espacio para crianza de diversos animales.

Del origen del nombre hay diferentes versiones y la mayoría cree en la del alto desde donde se podía observar el río y el mar. En una publicación del Programa Quiero Mi Barrio se recogen dos versiones. Una que entregó Telinda Levillán, pobladora desde hace 50 años, en que se dice que los primeros habitantes veían entre las dunas a un hombre que en las tardes se paseaba por el lugar y parecía un rey. Habría sido el dueño del terreno. Otra la relata Carolina Cifuentes, presidenta de la Junta de Vecinos:” contaba mi abuelo que entre los primeros habitantes había uno que se llamaba Reinaldo, que era pescador y tenía su casa en la duna más alta, que derribaron cuando hicieron población. Dicen que esa persona siempre subía a la duna a mirar la desembocadura y la gente reconocía el lugar como el Alto del Rei, por su nombre”.

 

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